Si para algo sirve estudiar Lengua, debería ser para mejorar la forma de comunicarnos con los demás, bien sea como emisores (hablantes-escritores) o como receptores (oyentes-lectores).
Las autoridades educativas de algunos países no entienden esto, y plantean la asignatura de Lengua como si la sociedad necesitase legiones de especialistas en etimologías, análisis, figuras, sintagmas,complementos del verbo, y cosas por el estilo.
Quizás lo que en realidad hay son muchos especialistas en estas cosas.
Hasta donde pueda, prefiero basar el aprendizaje en el uso real de la Lengua. Dejo en esta entrada un ejercicio consistente en reescribir en prosa un texto lírico, simplemente cambiando el orden de las palabras, sin añadir ni quitar nada.
Realizarlo implica comprender el vocabulario, identificar unidades de significado y encontrar el orden más lógico para establecer un mensaje claro, sin la complejidad de la forma lírica; ayudará a profundizar en la comprensión y expresión escritas.
Para este ejemplo, he escogido el soneto XIII de Garcilaso, pero el ejercicio será de verdad valioso con el tipo de texto que cada uno elija, sea en verso o en prosa, de cualquier tema. La enseñanza de esta práctica se oculta en la reescritura.
SONETO XXIII
En tanto que de rosa y de azucena
se muestra la color en vuestro gesto,
y que vuestro mirar ardiente, honesto,
con clara luz la tempestad serena;
y en tanto que el cabello, que en la vena
del oro se escogió, con vuelo presto
por el hermoso cuello blanco, enhiesto,
el viento mueve, esparce y desordena:
coged de vuestra alegre primavera
el dulce fruto antes que el tiempo airado
cubra de nieve la hermosa cumbre.
Marchitará la rosa el viento helado,
todo lo mudará la edad ligera
por no hacer mudanza en su costumbre
Y aquí va una posible reescritura del texto anterior:
En tanto que la color se muestra de rosa y de azucena en vuestro gesto y que vuestro mirar ardiente, honesto, serena la tempestad con clara luz; y en tanto que el viento mueve, esparce y desordena con vuelo presto por el hermoso cuello blanco, enhiesto, el cabello que se escogió en la vena del oro, coged el dulce fruto de vuestra alegre primavera antes que el tiempo airado cubra de nieve la hermosa cumbre. El viento helado marchitará la rosa, la edad ligera todo lo mudará por no hacer mudanza en su costumbre.
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